Una extraña serie de crímenes se suceden en una abadía durante el siglo XIV. Muchos de los monjes piensan que es obra del diablo. Pero el monje franciscano Guillermo de Baskerville tiene la firme intención de investigar los asesinatos cometidos y encontrar al asesino. El móvil de los crímenes parecen ser unos antiguos tratados que se encuentran en la biblioteca, piedra angular de la abadía, donde se encuentran los más valiosos manuscritos de la cristiandad y entre cuyos muros Guillermo sospecha que se encuentra la clave para aclarar los crímenes. ¿Quién es el asesino? ¿Qué hicieron sus víctimas para morir asesinadas?
La película fue protagonizada por Sean Connery y un jovencito Christian Slater, acompañados por otros nombres como el de F. Murray Abrahm, Michael Lonsdale, Feodor Chaliapin Jr., o Ron Perlman entre otros.
Conocía la buena fama de esta historia desde hace muchos años, pero nunca me dio por darle una oportunidad hasta hace unos días donde la echaban por la tele y decidí darle una oportunidad. Y cabe decir que enseguida quedé enganchado a ella, primero gracias a la estupenda ambientación que destila la película, con esa atmósfera tan lúgubre y opresiva, y segundo gracias al personaje de Guillermo de Baskerville (estupendo Sean Connery, cómo no), más semejante a un detective que a la imagen que podamos tener de un monje.
Pero es que la trama además invitaba a seguir viéndola (y esto lo digo pese a que, por desgracia, conocía ya el desenlace del misterio de los crímenes), con un estupendo desarrollo de novela policíaca. Sí es cierto que se nota que la película toca muy de pasada otros temas que presupongo que la novela ahonda más, como es esa crítica a la iglesia que, por aquella época, hacía y deshacía a su antojo.
Sin duda una notable película, que me ha metido el gusanillo por darle un tiento a la novela algún día de estos.
Ho!
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