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martes, 20 de marzo de 2018

Los descendientes

Si el otro día os comenté una de esas películas que en el 2011 lucharon por los premios, hoy os hablaré de otra, 'Los descendientes', una película de Alexander Payne:

Matt King pertenece a una extensa familia de rancio abolengo de Hawái, descendientes de una princesa del archipiélago y poseedores de abundantes tierras que poco a poco han ido vendiendo para mantener a los miembros cada vez más numerosos del clan. Matt siempre ha vivido acorde a sus necesidades, sin gastar mucho, manteniéndose con su trabajo de abogado, pero la mayoría de sus primos han dilapidado su fortuna, por lo que ahora se enfrentan a la decisión de vender el último pedazo de tierra que les queda, algo sobre lo que Matt tiene sentimientos enfrentados.
Sin embargo, sus problemas con sus primos pasan a un segundo plano cuando su esposa queda en coma irreversible tras un accidente en lancha. De repente, Matt se tiene que hacer cargo de sus dos hijas, a quienes apenas conoce porque ha dedicado su vida a trabajar. No sabe qué hacer, ni cómo educarlas, ni como reconectar con ellas, y mucho menos explicarles cómo afrontar la situación con su madre, pues ni él mismo sabe cómo aceptarlo. Pero lo peor será cuando descubra que su mujer iba a divorciarse de él para casarse con otro hombre, con el que le estaba engañando.

La película está protagonizada por George Clooney y Shailene Woodley interpretando a su hija mayor.


Como viene siendo habitual en mí cuando veo películas pendientes, la veo sin saber prácticamente de qué van, sin casi expectativa alguna, así que ni sabía que su director era el mismo de 'Entre copas', pero a medida que iban pasando los minutos, algo me resultaba familiar, algo que me gustaba. Y es que me ha gustado mucho la representación que 'Los descendientes' hace de un hombre que ha de lidiar con todo al mismo tiempo que ha de mantener su entereza.

En este aspecto Clooney me ha gustado mucho, su actuación, sin grandes alardes, es capaz de demostrar todo lo que pasa por su cabeza con pocos gestos, esa lucha interna que tiene por seguir honrando la memoria de esa persona que quiere, y no dejar rienda suelta a la rabia que crece en él (hay un par de momentos geniales que representan esa situación, así como su contrapartida). El cómo decide fustigarse con la excusa de hacer las cosas bien, y cómo precisamente eso consigue crear una complicidad natural con su hija (también muy bien interpretada por Shailene Woodley).


Sin duda una película muy agradable de ver, bien hecha y que me confirma que George Clooney es seguramente uno de los actores más destacables de este siglo.


Ho!

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